¿Te ha pasado que en algún momento has deseado tener una segunda oportunidad para lograr algo? ¿has recapacitado, dándote cuenta de lo que realmente podías haber hecho para conseguirlo? Hay ocasiones en las que hay que volver hacia atrás, tomar carrerilla y saltar aún más alto y largo. Ésta es la magia de lo que se conoce como resiliencia emocional. Desde el Coaching te acompañamos con algunas pistas
Es uno de esos vocablos de moda, adaptados desde la biología y la física al plano emocional. En este sentido, la resiliencia se refiere a la capacidad de adaptación de una persona ante una situación o un estado adversos.
Suele compararse con la flexibilidad de los juncos, a los que por mucho que los meza el viento, incluso llegando a doblarlos, vuelven a su posición original una vez que éste amaina.
“Prepárate para ser mejor cuando las cosas se pongan peor”, dice Agustín Peralt, coach especializado en directivos y autor de “Los seis pilares de la resiliencia”.
Este experto ha participado recientemente en un encuentro virtual organizado por Mi Empresa Es Saludable (MEES), durante el que se ha referido a la ‘trampa del pesimismo’: “solemos colocar el locus de control como algo externo, que no depende de nosotros, echando así balones fuera; otras veces también entra en juego el locus interno, por lo que aparece la culpa, la cual tampoco nos permite ir a ninguna parte”.
Según Peralt, la mejor manera de ser resiliente y confrontar la actitud pesimista es mediante lo contrario, el optimismo, el cual clasifica a partir de tres perfiles:
Voluntarioso. Aquél que, desde la acción, continua sin estructura o plan alguno. El riesgo reside en que puede producirse el abandono del objetivo.
Inactivo. Es el optimista con trazas genéticas de buen humor, pero que no emprende nada.
Realista. Cuando la persona optimista sabe en qué punto se encuentra, lo acepta; es consciente de que depende de la coherencia de su plan para salir de su situación actual. Además, promueve el autocuidado.
Resiliencia preventiva
Un par de semanas atrás algunas de mis personas favoritas me mostraron un juego de sobremesa llamado “Virus”. Basado en una baraja de cartas, se centra en cuatro de los órganos fundamentales del cuerpo humano: cerebro, corazón, estómago y huesos.
Para cada uno de ellos existe un tipo de virus que los puede infectar, así como otros tantos de vacunas y antídotos que los pueden sanar e incluso curar. Aclaro que se trata de un juego muy entretenido y válido no sólo para entrenar la empatía, sino también para pasar un rato estupendo con gente bonita.
Tanto las cartas que me repartieron en la primera mano como las que robaba en cada descarte eran, en principio, contrarias a lo que podría considerarse una partida ganadora. Sin embargo y dado que podía ejercer mi derecho de “sanación”, opté por ello.
Primero fue un antídoto con el que obsequié al poseedor de un “corazón enfermo”; después, me descarté de una mano en la que tenía el poder de “toser” todos mis virus a los demás. Por último, regalé una vacuna a un cerebro infectado. Y ¿sabéis el resultado? Pues que gané la partida.
El juego de las neuronas espejo obró la magia: mis tres contrincantes imitaron mi estilo en partidas sucesivas, pero de una forma natural, espontánea. La experiencia fue no sólo divertida, sino especialmente gratificante.
Sirvió además para que me diera cuenta de uno de los pilares de lo que Agustín Peralt ha denominado la ‘resiliencia preventiva’, como es que el líder ha de ser quien sirva de ejemplo. Sin querer, pero queriendo, me había convertido en líder de un juego de roles emocionales y mi ‘equipo’ respondió de forma muy positiva.
“Juegas como entrenas y eres resiliente según cómo te preparas”, dice Peralt, para quien “el músculo emocional es necesario” y la resiliencia ha de ser preventiva: “en los centros de enseñanza ya se imparte la inteligencia emocional, la cual ha de desarrollarse en momentos de bonanza”
Se refiere este experto en coaching Directivo a la necesidad de que existan “programas integrales para que las personas conozcan y desarrollen la resiliencia, que de este modo sería preventiva”.
Otras herramientas fundamentales para entrenar la resiliencia son las siguientes:
Amistad. Sostiene Peralt que el entorno nos devuelve lo que hemos dado previamente, por lo que, en situaciones de adversidad, aquéllos que mejor resuelven son los que superan tales escenarios, si bien acompañados de la lealtad de los buenos amigos.
Diálogo. Dice este experto que, en el entorno de la empresa, los millennials (jóvenes con edades comprendidas entre los 16 y los 36 años) “son buenos escuchando consejos, pero nosotros somos malos dándoselos” Para propiciar el diálogo, sea o no intergeneracional, Peralt recomienda “mandar menos y evitar los juicios”.
Conciliación. “Se puede ser líder y conciliar la vida familiar y laboral, aunque para ello es preciso cuidar las energías propias, aprender a saber qué es lo prioritario en cada momento”, dice Peralt, para quien las horas dedicadas a la familia promueven el equilibrio personal y propician un estilo de vida resiliente.
Vulnerabilidad. Entendida como algo que suma, en vez de restar: “si muestro vulnerabilidad, el equipo también lo hará y como los voy a ayudar esto supone un refuerzo del liderazgo”, dice Agustín Peralt.
Gestión. De la energía, en vez del tiempo. “Lo que nos sobran son distracciones, no es que nos falte tiempo”, dice el coach, quien pone énfasis en que lo que es preciso organizar es nuestra energía.
Planificación. De actividades personales, que sean placenteras durante los tiempos de ocio. “Es algo obligatorio para el líder”, dice este experto en resiliencia; “pues sólo así será capaz de generar la suficiente empatía e inteligencia emocional ante su equipo de trabajo”
“Por mucho que se entrene, la resiliencia no funciona si faltan aspectos como los de organización, planificación, valoración o conciliación”, dice el coach Agustín Peralt; “la productividad tiene mucho que ver con la resiliencia, por lo que, ante los equipos y más allá, el líder ha de ser resiliente, logrando que el grupo lo sea también”
¡Feliz Resiliencia! ¡Feliz Coaching!
Y recuerda que…
La resiliencia se refiere a la capacidad de adaptación de una persona ante una situación o un estado adversos.
Juegas como entrenas y eres resiliente según cómo te preparas, reza la máxima.
La amistad es una de las aldabas a las que podemos agarrarnos en tiempos difíciles.
El autocuidado físico y emocional es uno de los principios de la resiliencia preventiva.
Si el líder de un equipo se muestra resiliente, el equipo lo será también.
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