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Foto del escritorSilvia Resa López

Qué me dices

Las relaciones que mantenemos con otras personas hacen las veces de espejo de nosotros mismos, por lo que, según algunos expertos, el cambio auténtico se inicia cuando nos damos cuenta de qué tiene que ver con nosotros eso que nos están diciendo.



Es posible que conozcas a una de esas personas que requieren permanentemente la aprobación de los demás, la validación de sus acciones y opiniones. O también aquellos que ponen la mirada en lo que creen que les falta, en lo que fallan o en lo que no tienen, en lugar de potenciar su propias habilidades y valores.


Sin ir más lejos, quizá seamos muchos los que tenemos conductas similares, sin habernos parado a pensar de dónde parte esa voz autocrítica, sin recordarnos a nosotros mismos quiénes somos en realidad.


Desde el Coaching, os propongo ir más allá del entrenamiento de la autoestima, para llegar a ser conscientes de dónde estamos, de dónde partimos y hacia dónde deseamos (en vez de necesitamos) llegar.


Cuando era adolescente, en una de esas celebraciones familiares en la que todos reíamos y hablábamos en voz bien alta, quise avisar a uno de mis primos, que se encontraba en el otro extremo de la sala.


Para lograrlo, literalmente grité su nombre un par de veces, haciéndole una seña para que se acercara. Justo después de mi llamada, un familiar adulto muy querido me dirigió una mirada de desaprobación y me soltó de sopetón: “Silvia, tienes un tono de voz alto y desagradable”.

En ese momento, mi sonrisa desapareció. Sentí como si todo el mundo hubiera oído la aseveración. Me sentí humillada, pero sobre todo dolida, muy dolida con esa persona, uno de mis familiares favoritos. No entendía nada. Me invadió una gran tristeza y en cuanto pude me aparté de la reunión y me fui a mi cuarto, posiblemente a descargar mi tristeza y mi rabia a través del llanto.




¿Qué había ocurrido? ¿qué se le había pasado por la cabeza a Francisco para decirme algo tan desagradable? Y en cuanto a mí ¿por qué le había dado tanta importancia a la opinión de esa persona? ¿por qué me había hecho mella, hasta el punto de abandonar el momento de celebración con mis familiares?


“Al ser cómplices de nuestras inseguridades, podemos hacernos responsables y corregir esa parte”, dice Noemí Seva, coach y terapeuta transpersonal; “escuece, ya que en esos momentos ves tus miedos, pero has de cambiar esa máscara con la que te sientes segura y, a la par, incómoda”


Para esta terapeuta, desde que somos niños establecemos unos patrones de apego que posteriormente trasladamos a nuestra vida de adultos. Y esto tanto para lo positivo como para aquellos otros aspectos que no lo son.


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“Nos cuesta reconocer nuestras cosas buenas”, dice Seva; “desde la cultura del esfuerzo y el sacrificio a que estamos acostumbrados, parece que lo que es positivo en nosotros es que tiene que ser así, por lo que ponemos la mirada en aquello que no tenemos, lo que a su vez daña la autoestima”


Esta especie de lacra en la gestión emocional tiene raíces culturales que nos llevan a evitar nuestro reconocimiento, que nos hacen tener una naturaleza que nos lleva a encontrar la falta; “en lugar de potenciar lo que ya tenemos bueno, buscamos aquello de lo que carecemos”, dice la terapeuta, quien considera que “la voz autocrítica la haces tuya, desoyendo tu potencial”


¿Qué es lo que se puede entrenar, a partir de estas pistas que nos proporciona Noemí Seva?


  • Si estás preparado. Te invito a ser honesto contigo mismo, reconociendo si te encuentras o no preparado para el cambio. Piensa, por ejemplo, si lo que has leído hasta ahora te resuena, o no.

  • Si necesitas el reconocimiento ajeno. Dice Noemí Seva que cuanto más se necesita el aplauso de los demás, más nos desconectamos de nosotros mismos, por lo que al final no sabemos qué es lo que nos define o lo que más nos gusta de nosotros mismos.


  • Evita tapar tus emociones. Si ante una crítica de alguien la emoción te desborda, puedes parar y darte cuenta de con qué has conectado. Se trata de una información valiosa de ti misma. Esas reacciones que te incomodan son alertas de aprendizaje, por lo que evita taparlas, o anularlas pretextando que son tics tuyos. Son tus emociones y merecen tu respeto, así que valídalas. Puedes apoyarte en las siguientes preguntas: ¿qué me pasa? ¿cómo es que los demás no se dan cuenta de lo que siento? ¿y yo, qué es lo que siento? ¿para qué experimento este malestar? ¿cómo puedo dar espacio a lo que siento?

  • Repasa tu historial de autoestima. Te propongo que repases tu historia; conecta con aquellos momentos en los que sentiste vergüenza o rabia, en los que requerías un cambio de conducta por parte de los demás, o cuando pensabas que la crueldad de las otras personas era intolerable. Reflexiona a propósito de tu complicidad, aunque fuera inconsciente. Puedes ayudarte de las siguientes preguntas: ¿para qué me diría eso aquella persona? ¿cómo es que no reaccioné ante su afirmación? ¿para qué me lo tomé en modo personal? ¿cómo es que le otorgué tanta importancia a esa persona en ese momento? ¿cómo resolvería esa misma situación ahora?

  • Refuerza tu seguridad y autoconfianza. Te propongo un cambio de foco, es decir, en lugar de fijarte en lo que hace el otro, darte cuenta de para qué te quedas ahí. Te invito a que te hables de ti, dándote cuenta de tus valores y deseos. Te propongo que empieces a tomar decisiones con lo que entra en coherencia contigo, con lo que hay en ti; piensa que quizá esa amiga tenga valores que no están alineados con los tuyos, por lo que es el momento del cambio.


  • Dite bonita más a menudo. Te invito a mejorar tu diálogo interno, por lo que mantén a raya a tu jueza interior, tal y como propone Noemí Seva: “se trata de ver cómo te hablas, cómo te tratas, cómo eres tan dura contigo misma” Y plantea que te preguntes cómo le dirías eso mismo a una amiga, ¿lo harías del mismo modo y con iguales palabras?; entonces ¿qué hay de diferente con respecto a ti?

  • Mirada compasiva. Te propongo que te preguntes para qué haces lo que haces, “la respuesta a esa cuestión te llevará a algo diferente, a ser consciente de tus anhelos y también a sacar algo positivo del autosabotaje” dice la coach Transpersonal Noemí Seva, que considera el para qué una de las preguntas más poderosas, pues “mientras el por qué nos lleva a la justificación, a la escusa, el para qué nos conduce a lo que nos mueve”


Noemí Seva nos invita a practicar un ejercicio que nos aporte algo de nosotros mismos: “cada noche, me digo dos cosas por las que me siento orgullosa de mí y una por la que estoy agradecida”; “me paro, me miro, me reconozco, estoy aquí conmigo, pongo foco en lo positivo, soy consciente de mis talentos y me doy cuenta de las cosas bonitas que hay en mi día, para aprender”



Para quienes habéis llegado hasta aquí, os cuento lo que aprendí de aquello que me ocurrió siendo adolescente. Efectivamente, fui cómplice de Francisco a través de mi baja autoestima. Aunque estaba aprendiendo, no lo hice por completo en aquel momento.

Pero tranquilos, que la vida me ha ido trayendo nuevos escenarios similares, para que me diera cuenta, para que tuviera mi epifanía. Así que agradezco a todos aquellos que han contribuido a ello, aunque a veces fuera de una forma desagradable y dolorosa para mí.

Reconozco que he tardado un poco en darme cuenta, pero cada cual tiene sus tiempos, ¿verdad? Me ha bastado con sustituir los porqués por los para qué y, por supuesto, saber quererme. En este último proceso de autoenamoramiento continúo trabajando, con mucha ilusión.

Feliz Autoenamoramiento! Feliz Coaching!


Y recuerda que…


  • Las relaciones que mantenemos con otras personas hacen las veces de espejo de nosotros mismos.

  • ¿Conoces a alguien que requiera la aprobación de los demás?

  • Si ante una crítica de alguien la emoción te desborda, puedes parar y darte cuenta de con qué has conectado.

  • Cuando los valores del otro no están alineados con los tuyos, quizá sea el momento de cambiar de amigo.

  • Cada noche, me digo dos cosas por las que me siento orgullosa de mí y una por la que estoy agradecida.

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