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Foto del escritorSilvia Resa López

Las cosas que olvidas

Actualizado: 20 jul 2023

¿Qué cosas no recuerdas? ¿de cuáles te olvidas más fácilmente en tu día a día? ¿sabes que tu cerebro te protege, almacenando sólo aquello que te es útil? ¿conoces el efecto que produce en tu cuerpo lo que experimentas? ¿para qué olvidas? ¿qué es lo que decides no recordar?



Una de mis personas favoritas padeció durante años la enfermedad de Alzheimer. Hasta el momento en el que trascendió, su memoria fue nublándose, desapareciendo, hasta que ya no recordaba ni quién era.

Recuerdo que, cuando la neuróloga avanzó un posible diagnóstico, leí mucho acerca de dicha enfermedad. Hasta llegar a la opinión de una experta en terapia Holística que, en principio, juzgué injusta e incluso cruel.

Consistía en un razonamiento sencillo basado en que esa persona había decidido olvidar, hasta el punto de no recordarse a sí misma. Abandonando sus recuerdos, olvidaba sus dolores, su sufrimiento.


Años después, le otorgo todo el valor al criterio de dicha experta, pues he sabido que mi persona favorita tenía una gran herida transgeneracional que le hizo sufrir mucho en vida, hasta que decidió no continuar y desaparecer, escogiendo esa vía, tan legítima como cualquier otra.

“La memoria nos protege muchas veces sin tener memoria”, dice la psicóloga Ana Asensio (vidasenpositivo.com); “se sabe que todas las cosas que vivimos se guardan en nuestro cuerpo y algunas de ellas la memoria las almacena en el cajón del olvido, ya que no las usamos; no obstante, no están olvidadas, sino sólo en desuso”.



Tú decides qué camino tomar


“Más del 60% de los mayores de 60 años han declarado tener olvidos de vez en cuando con pequeñas cosas del día a día, como no saber dónde están algunos objetos como las llaves o la cartera”, se recoge en el “Estudio Sociológico de Memoria en mayores de 60 años en España” elaborado por Nutricia, que es la división de nutrición especializada de Grupo Danone.


En el citado informe, que ha contado con la participación de más de 400 personas entre 60 y 75 años de diversas zonas de España, se habla del deterioro cognitivo leve (DCL).

“El DCL se manifiesta con síntomas como no recordar las fechas con facilidad, presentar menor destreza en las pequeñas tareas cotidianas, olvidar los nombres de personas o cosas conocidas, perder el hilo de las conversaciones o los pensamientos, experimentar cambios de comportamiento hacia la apatía o la desgana, e incluso provocar cierta desorientación en los individuos, quienes llegan a experimentar una pérdida de habilidades sociales”.

La pérdida de la memoria obedece, en ocasiones, al deseo de “olvidar eventos que la persona no quiere traer a la razón”, dice Ana Asensio; “debido a que fueron impactantes y dolorosos”.



Según esta psicóloga, “es como si la memoria dejara todo eso en otro cajón, pues, de alguna manera, utiliza este mecanismo para compensar ese dolor tan profundo o esa vivencia tan desagradable”.

Este olvido “bienintencionado” del inconsciente no evita, no obstante, que la sensación se quede, “pues la huella permanece en las células a nivel sensitivo”, dice Asensio; “de hecho, lo que hacemos los profesionales es seguir esa ruta de sensaciones (angustias, miedos, ansiedades, fobias) que son la marca de la sensación, la huella que ha dejado la experiencia para indicarnos que, atajando por dicha vía, podemos llegar a la curación de ese evento traumático o de esa memoria, ocurrida hace años aunque se siga produciendo en el presente”.


Es así como se pueden solucionar esos aspectos que nos dañaron tiempo atrás, sean cuales sean.

Desde el Coaching te propongo varios tips para combatir el estrés, uno de los ingredientes favoritos de la memoria esquiva.

Lo hacemos de la mano de Irina de la Flor, experta en Coaching de la Consciencia, y que dirige el proyecto “Lo mejor de mí”, en la Fundación Vivo Sano:


  • Atiende tus señales corporales. Si experimentas síntomas como dolores de cabeza, tensión muscular o dificultades para dormir, es importante prestar atención a estas señales y tomarte un tiempo para descansar y relajarte.

  • Establece tus límites. En ocasiones puedes sentirte abrumado por las demandas y expectativas de los demás, lo que puede generar un estrés innecesario. Es esencial establecer límites claros y aprender a decir "no" cuando sea necesario. Prioriza tus necesidades y no tengas miedo en delegar tareas o en pedir ayuda cuando lo requieras.

  • Practica actividad física. El ejercicio regular es una excelente manera de reducir el estrés. La falta de actividad física puede contribuir a la acumulación de tensiones y aumentar los niveles de estrés. Asegúrate de incluir el ejercicio en tu rutina diaria (caminar, correr, practicar yoga o cualquier otra actividad de la que disfrutes).

  • Date tiempo para el descanso y la relajación: Es importante reservar tiempo para el descanso y la relajación en tu rutina diaria. Puede ser en forma de meditación, de la práctica de la respiración profunda, para tomar un baño relajante o, simplemente, disfrutar de un pasatiempo que te guste. Permítete esos momentos de descanso y relajación, pues te ayudará a recargar energías y a reducir el estrés acumulado.

  • Cuida la alimentación y el sueño. Comer y dormir tienen un impacto significativo en tu capacidad para manejar el estrés. Una mala alimentación y la falta de sueño pueden aumentar la sensación de estrés y afectar negativamente a tu estado de ánimo y a tu nivel de energía. Procura mantener una dieta equilibrada, rica en alimentos saludables, y asegúrate de dormir lo suficiente cada noche.

  • Aprende el lenguaje positivo. Entrena cada día la mejor forma de exponer lo que sientes; sé delicada contigo misma y con los demás en el momento de comunicar cualquier información. Procura evitar los tacos y las palabras malsonantes, ya que expresan agresividad. Se compasiva y empática.

  • Agradece. Escribe en tu Diario Coaching todos los motivos que se te ocurran para agradecer: puedes dar las gracias porque tienes buena salud, porque tienes abundancia y prosperidad, porque has logrado aprobar el examen, porque tienes cerca a las personas que amas, porque hoy lo puedes hacer mejor que ayer, porque las personas que se fueron te dejaron cosas hermosas y porque, si te fijas y observas, siempre ocurren cosas extraordinarias.

Proteger la memoria


“Los olvidos o despistes son frecuentes en la población y la gran mayoría corresponden a lo que denominamos quejas subjetivas cognitivas”, dice Guillermo García-Ribas, neurólogo del Hospital Ramón y Cajal en Madrid.

“Algunas personas presentan problemas de memoria de suficiente entidad como para que sean detectados durante la evaluación médica”, dice este experto, quien considera que tales alteraciones persistentes de la memoria “con una evaluación objetiva que muestre alteración es lo que se denomina DCL”.



En España esta alteración de la memoria la padecen tres de cada diez personas mayores de 65 años. “El DCL puede llegar a evolucionar a demencia con los años, por lo que el diagnóstico precoz y los tratamientos para ralentizar su avance resultan clave de cara a preservar por más tiempo la calidad de vida de estas personas”, dice García-Ribas.

La diferencia principal entre el DCL y la demencia “estriba en el rendimiento funcional de la persona, ya que en el primer caso no hay deterioro funcional y, si lo hay, es mínimo y no impide la realización de actividades cotidianas, mientras que, en el segundo, sí hay deterioro funcional afectando a la capacidad de desarrollar con normalidad e independencia las actividades de la vida diaria”.


La pareja, la familia y el médico de cabecera son las figuras referentes para quienes experimentan estos despistes y olvidos; “son muchos los pacientes que no son conscientes de que existen soluciones terapéuticas y no terapéuticas para las primeras fases del DCL”, dice el doctor García-Ribas.


Según lo que comentan estos expertos, la memoria nos preserva del dolor y del sufrimiento, aunque ya sabes que, si bien el primero es inevitable, el hecho de sufrir lo eliges tú, aunque pueda parecer increíble.


Si en tu árbol genealógico hay heridas transgeneracionales (abandono, rechazo, humillación, traición e injusticia), te propongo que empieces a sanarlas.

Busca para ello el acompañamiento de un profesional experto en tales lides y, mientras tanto, escríbele una carta a tu niña o niño interior. Cuéntale qué fue lo que pasó y cómo te hace sentir esa experiencia.


¡Feliz Memoria! ¡Feliz Coaching!



Y recuerda que…


  • Todas las experiencias que vives se guardan en tu cuerpo.

  • La memoria te protege echando al cajón del olvido algunos hechos traumáticos.

  • Escríbele una carta a tu niña o niño interior en la que le cuentes qué fue lo que pasó y cómo te hizo sentir esa experiencia.

  • Para reducir el estrés, el principal aliado del olvido, practica actividad física, aprende a poner límites, a meditar y agradece por todo.

  • ¿Para qué olvidas? ¿qué es lo que decides no recordar?


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