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Foto del escritorSilvia Resa López

La pirámide del trauma

¿Conoces a alguien que haya sufrido un trauma emocional? ¿Cómo lo ha superado? ¿Quizá lo ha dejado pasar, como si nada? ¿Lo ha ocultado? ¿Lo menciona alguna vez? Y tú, ¿has sufrido alguna experiencia de este tipo a lo largo de tu vida? ¿Qué tal lo llevas? Desde el Coaching te invito a entrenar la confrontación del trauma



Creo que la mayoría de las personas que conozco han pasado por alguna que otra experiencia traumática; un accidente, la pérdida de un ser querido, el trato dado por uno de los adultos de referencia durante la infancia, o simplemente la manera de afrontar la vida en un momento determinado.


Un trauma es un choque emocional que produce daño en el inconsciente, pero también se define así a una emoción o impresión de efecto negativo, fuerte y duradera.

Dicho así, me parece que casi todos habremos experimentado el amargor de una experiencia traumática, si bien según algunos expertos como Peter Bourquin, “tenemos la tendencia a no darnos cuenta de qué es el trauma, cuáles son sus secuelas y qué impacto tiene en nosotros, de modo que tanto el hecho traumático como su negación van juntos”.

Este experto en terapia Gestalt e Integrativa, fundador de la Escuela de Constelaciones Sistémicas y autor de “Las Constelaciones Familiares” ha participado recientemente en el congreso virtual “Trauma, resiliencia y plenitud” (organizado por Cristina Melo, terapeuta Humanista e Integrativa, especializada en Brainspotting)


“Es el resultado de la exposición a un acontecimiento estresante inevitable, que sobrepasa los mecanismos de afrontamiento de la persona”, dice Bourquin; “al sentirse desbordada por sus emociones, los recuerdos no pueden transformarse en experiencias narrativas neutras”.


Como consecuencia, “el terror se convierte en una fobia al recuerdo, que impide la integración del acontecimiento traumático y fragmenta esos hechos traumáticos, apartándolos de la consciencia ordinaria y dejándolos organizados en percepciones visuales, preocupaciones somáticas y reactuaciones conductuales”, dice Bourquin, citando la definición dada por el psicólogo y neurólogo francés Pierre Janet, hace más de un siglo.



Experiencia piramidal


Para Peter Bourquin, el trauma se clasifica mediante una estructura piramidal de tres niveles. En la base se situaría el trauma colectivo, en la zona intermedia el familiar y coronando la pirámide se colocaría el trauma personal.

El último, según este terapeuta, “es sólo la punta del iceberg, lo cual implica que hay mucho que no se ve ni se reconoce”.

Entre este nivel y los correspondientes al trauma familiar y al colectivo existe una interacción a modo de vasos comunicantes, es decir, el colectivo afecta a la herida familiar, que hace lo propio con el choque emocional personal, “el cual no se puede entender, pues, de forma aislada”.


El origen del trauma colectivo puede partir de conflictos armados, desastres naturales, terrorismo, hambrunas y pandemias, entre otros; sus secuelas se expresan mediante patrones de ansiedad, adicciones, fobias, obsesiones, desarrollo de enfermedades autoinmunes, de diabetes e hipertensión e incluso el suicidio, especialmente entre los jóvenes.


El segundo nivel, relativo al trauma familiar, tiene una característica transgeneracional, tal y como explica Bourquin: “las palabras que no pudieron ser dichas, las escenas que no pudieron ser rememoradas o las lágrimas que no se vertieron son conservadas en secreto, aunque quedan encriptadas”.



Hechos como las muertes infantiles, los duelos no afrontados, las enfermedades mentales, las separaciones, los vínculos cortados, la emigración o la pobreza, entre otros factores, pueden estar en el origen del trauma familiar que, “dependiendo de si son capaces de integrarlo o no, provocan que se transmitan a las siguientes generaciones”.

Es como si el testigo del trauma se pasara de la primera a la tercera generación, tal y como explica Peter Bourquin: “en la primera generación, el acontecimiento traumático es indecible por su carácter vergonzante o peligroso; sin embargo, está presente en la psique de quien lo ha vivido”.


Para la segunda generación los hechos que ocasionaron el trauma se han convertido en innombrables, “su contenido es desconocido, pero su existencia es presentida”.

En la tercera generación, lo que les ocurrió a los abuelos ya no son hechos innombrables, “se han convertido en impensables y se ignora su existencia como secreto”.

Los efectos del trauma transgeneracional suelen ser el miedo, el silencio, la vergüenza, una errónea gestión de las emociones, la confusión, el victimismo, la venganza e incluso la creación de mantras tales como la necesidad de tener enemigos. Todo ello se entremezcla y tiene como resultado la repetición de destinos.


“Darse cuenta del trauma es importante, para salir de la negación y reconocer de qué manera se manifiesta en nuestras vidas, tanto en el ámbito personal, familiar como social porque, en caso contrario, se perpetúa”, dice Peter Bourquin.


A título personal


Un hecho que nos desborda social y familiarmente tiene efectos en el ámbito individual, como personas. También en este nivel puede producirse el trauma, que Bourquin clasifica según su origen:


  1. Por experiencia única. Un accidente, una operación, una pérdida repentina, un atraco o una violación.

  2. Repetitivo. Se produce durante un tiempo prolongado. Violencia o abuso durante la infancia, tortura y malos tratos.

  3. Acumulativo. En casos de abuso verbal, crítica permanente, acoso escolar o laboral, reprobación o desprecio.

  4. De apego. El adulto de referencia transmite inseguridad al menor, actúa con negligencia y se producen situaciones de abandono.




Este experto nos propone investigar la biografía del trauma, a partir de varias preguntas:


  • ¿Reconozco la existencia de un trauma? ¿En qué nivel percibo que se ha producido, dónde está el origen?

  • ¿Cuáles son mis principales secuelas del trauma? ¿Es la evitación, el flash back continuo?

  • En el plano personal, ¿dónde me reconozco como víctima y dónde como agresor?

  • ¿Cómo me identifico como víctima o verdugo en el nivel familiar del trauma?

  • ¿En qué sentido participo como perjudicado o ejecutor en el plano social del trauma?


“El trauma tiene no sólo una dimensión personal, sino también familiar, social y política”, nos recuerda Bourquin, quien suscribe las declaraciones realizadas por el reconocido director de cine mexicano Guillermo del Toro, hace un par de años, relativas al trauma: “toda herida o maldad sistémica queda latente por larguísimo tiempo, como un fantasma, y es muy difícil de acallar o sanar”.


“Es condición humana y, a pesar de que algunas personas tengan miedo al término, la solución pasa por su reconocimiento para sanar y lograr una vida plena”, dice Peter Bourquin.



¡Feliz Sanación! ¡Feliz Coaching!


Y recuerda que…

  • Cuando sufrimos un trauma sentimos que las emociones nos desbordan.

  • El choque emocional nos afecta tanto en el ámbito personal, como en el familiar y en el social.

  • Para salir del trauma hay que ser consciente de cómo nos ha afectado aquello que ocurrió.

  • La sanación evita que el trauma se perpetúe y pase de una generación a otra.

  • ¿Te atreves a confrontar tu trauma?

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